Había sido un día
agotador y Matt se disponía a apagar la regleta de su ordenador
cuando se acordó que aún tenía que imprimir los documentos y
llevarlos a la oficina del jefe para que mañana por la mañana los
tuviera de primera mano sobre su mesa, como cada semana. Levantó la
cabeza por encima de su cubículo, al cual a él le gustaba llamar
“mini-oficina” y
vislumbró la gran sala de oficinas del edificio completamente vacía
y oscura, donde la única iluminación que había era la desprendida
por el pequeño flexo de su mesa que llevaba encendido desde que
empezó el turno.
Lentamente
se dirigió hacia la sala de la impresora, se agachó para encender
la regleta del suelo y un fuerte y chirriante sonido salió de dentro
de la máquina para indicar que estaba encendida. Ese sonido fue algo
más fuerte de lo normal, pero ¿Cómo no se iba sentir más
fuerte el sonido si no hay ni un alma en toda la oficina? - pensó.
Introdujo la memoria por el puerto USB de la impresora y se dispuso a
imprimir el documento en hojas de papel que al día siguiente serían
“leídas” (o al menos eso pensaba él) por el imbécil, gordo e
hipócrita de su jefe para, esa misma tarde, convertirse en papel
reciclado. Se asomó a la amplia ventana con el sonido de 300 páginas
imprimiéndose a sus espaldas y contempló la ciudad y su profunda
noche. Se encontraba en la planta 23 de un edificio de más de 100
pisos y ya se impresionaba de la gran altura a la que se hallaba.
Entre los grandes edificios y rascacielos que conformaban la ciudad
podía oír el movimiento de algún vehículo que circulaba por el
asfalto y, desde semejante altura, solo se veían los demás
edificios iluminados por las farolas del suelo.
Al fijarse más en el espejo que en el entorno que mostraba el mismo,
pudo percatarse de que detrás de él había una figura que se
mantenía de pie, aunque tambaleante, con su mirada fija en su nuca.
Rápidamente se giró para contemplar su rostro, pensando que podría
tratarse del de mantenimiento o del guardia de seguridad de la
empresa. Para su sorpresa, lo único que se hallaba detrás de él
solo era la negrura de toda la oficina y el resplandor de la lámpara
de su mesa al fondo de la estancia.
-¿Pero
qué...? - Dijo mientras se frotaba los ojos. Habrá sido
algún reflejo... Llevo doce horas aquí dentro y quiero salir ya...
- Pensó. Al volver a girarse se percató de que el sonido de la
impresora ya había parado y recogió las hojas, apagó la regleta de
la impresora y la luz de la habitación y se dirigió lentamente
hacia su mesita para marcar el sello de la empresa con la fecha del
día en la hoja principal, requisito que el jefe le imponía siempre
que hacía los informes. Una vez tenía todo preparado y en la
carpeta correspondiente, Matt se dirigió hacia el despacho de su
jefe, al otro lado de la gran sala, para, finalmente, depositar esa
“Novela de sumas,
restas y demás cuentas”
(como a él le gustaba llamarlo) encima y en el centro de la amplia
mesa marrón caoba que predominaba en el gran despacho. Otros días
jugaba a ser el jefe cuando terminaba y le imitaba, con peor suerte,
sentado encima de la alta silla negra de cuero, pero esta noche no.
Esta noche ya estaba lo suficientemente cansado como para querer
llegar a casa y dormir toda la noche hasta que el despertador le
inundara de nuevo con su infernal pitido para que, un día más, su
vida volviera a girar entorno al mismo horario, la misma comida, las
mismas personas, las mismas conversaciones,las mismas peleas de sus
hijos, las mismas decepciones con su mujer, las mismas conversaciones
con su suegra, su madre, las mismas …
¿Pero
qué...?
- Pensó al escuchar un ruido estridente desde el otro lado de la
puerta. Al salir por la puerta oyó el ruido más distante y menos
estridente. Sonaba como una máquina que acababa su tarea y volvía a
empezar de nuevo. Al alzar un poco la vista observó que de la sala
de la fotocopiadora salía la típica luz blanca del escáner.
Atravesó corriendo el espacio que le restaba hasta la sala y apagó
la regleta de la máquina. Juraría
que ya la había apagado... además, no había más funciones en la
cola … Qué raro...
- pensó – Seguro
que ya se ha estropeado otra vez.
Agarró las hojas que habían salido de la fotocopiadora para
comprobar que no se había escapado tinta en ninguna de ellas y que
eran reutilizables. Estupendo,
“tropecientas” hojas... adiós a llegar relativamente pront...
A medida que iba pasando las hojas entre sus manos, podía observar
como un punto negro en el centro de ellas se iba haciendo cada vez
más grande hasta ir dejando rastros de que había fotocopiado algún
tipo de líquido. A medida que seguía pasando las hojas, vio partes
de una cara deformada que, lentamente, fotocopia a fotocopia, se iba
recomponiendo hasta dejar visible su propio rostro con una mueca de
terror sobrenatural.
¿Qué
se supone que es...
- Cuando se iba a girar para deshacerse de las hojas en la
trituradora, la figura que había vislumbrado minutos antes se
encontraba justo en frente de él. Lo único que le dio tiempo a
reconocer fue su pelo negro, su diabólica sonrisa y su camisa blanca
por fuera del pantalón negro típico de oficina. Al momento agarró
del cuello a Matt y lo empujó contra el cristal, el cual se
resquebrajó por el impacto, pero no llegó a romper.
-¡Para! ¿Quién er... - Fue lo único que le dio tiempo a
pronunciar por sus labios antes de que la figura volviera a
zarandearlo por encima de su cabeza y empotrara su rostro frente la
fotocopiadora.
-¡Matt! ¡Matt! Despierta hijo – dije su jefe desde el otro lado
de la realidad. - He leído el informe que pusiste sobre mi mesa
anoche – Matt abrió los ojos y no entendía que había ocurrido.
Se encontraba frente su ordenador, sobre su mesa y... ¡Se había
quedado dormido! El jefe se percató de su estado de somnolencia y
cambió el tono por uno algo más suave- ¿Estás bien? Como iba
diciendo, he leído su informe y es perfecto. Puede irse a casa
descansar.
-Gra...Gracias
– Fue lo único que alcanzó a decir. Se dirigió al baño para
“acicalarse” un poco y despejarse la mente. Se agachó contra el
lavabo y se mojó la cara. Seguro
que fue un sueño...
- Pensó – Nada
más fuera de lo normal que eso.
Se volvió a lavar la cara y levanto su rostro frente al espejo y
abrió los ojos de forma desorbitada. ¡No tenía reflejo! Pero
cóm... De
repente, del otro lado del espejo apareció la figura que le había
atacado y cada vez entendió menos cuando se halló en frente de sí
mismo en el espejo. Notaba algo raro, no sabía el qué... claro, él
no estaba sonriendo, mientras que su reflejo mantenía una amplia
sonrisa diabólica de oreja a oreja. Como un rayo, su reflejo alzó
las manos, atravesó el cristal y le cercioró el cuello para pegar
su rostro frente al espejo y mantener con él la mirada.
-¡Mata!...¡Mata!...
- repitió
una y otra vez su reflejo. Él cerró los ojos ante aquella bestial
situación y, al abrirlos, ya no había nada. No había reflejo, no
había manos agarrando su cuello,... había algo raro. Matt salió
del baño y vislumbró a sus compañeros de oficina. Su jefe estaba
hablando cerca del baño con una empleada y posó su vista en él con
una amplia sonrisa fraternal.
-¡Hasta
mañana Matt!- Le comunicó el jefe con una mano levantada a modo de
saludo. De pronto sintió algo. No sabía qué era. Solo sabía una
cosa: Nadie de
aquí verá ese mañana.
Se dijo mientras andaba encarado, con una sonrisa diabólica, a su
jefe.
¿Y quién es tu musa? Buena entrada, espero el segundo episodio :)ho voglia di te.
ResponderEliminarMi musa es la única persona que ha confiado y confía en mí para seguir con este y con todos mis proyectos. Esa persona no puede ser otra que aquella a la que más amo, aquella que me dió calor cuando lo necesitaba, aquella que me dió un techo... Aquella por la que daría hasta mi última gota de sangre.
ResponderEliminarEste blog no va por capítulos. Subo historias independientes. Algún día escribiré una historia por capítulos, pero cuando tenga más rodaje. Aún estoy en otros proyectos.
HO VOGLIA DI TE :)