Parecía un día
normal cuando Christopher se levantó de su cama, como cada mañana,
a las 7:00 para empezar una nueva jornada de universidad. Hizo su
cama y se vistió unos vaqueros, una camiseta blanca y unas
deportivas de corte elegante. Prosiguió metiendo en su bandolera los
libros de Latín y Ruso y el portátil donde llevaba todos los
documentos necesarios para el día. Bajó los escalones y oyó el
ruido el ruido de las noticias que provenían del televisor que su
madre había encendido mientras preparaba la mesa de la cocina con
tostadas, zumo y cereales para él. “Un fuerte virus que provoca
deformaciones, dolores de cabeza, vómitos y pérdida del sentido ha
derivado en...” Christopher se detuvo frente al televisor para
observar la noticia mientras le daba un generoso mordisco a la
tostada con mermelada, cuando su madre entró por la puerta de la
cocina.
-¿Qué dice hijo?-
Preguntó para entablar una conversación.
-No lo sé,- Contestó
confuso – Parece un virus de estos pasajeros que les dan mucha
bola; como una especie de fiebre o algo así – Agachó la mirada y
desatendió al televisor mientras bebía un sorbo más del zumo de
melocotón y naranja que tanto le gustaba.
-Bueno – Prosiguió
su madre – tú ya sabes, lávate las manos por si acaso y no comas
nada raro. - Miró el reloj y abrió los ojos atónita - ¿Has visto
la hora que es? Corre que llegas tarde.
Sin mediar palabra,
Christopher se levantó, agarró su bandolera y sacó las llaves del
coche antes de salir por la puerta. Se subió al coche y cogió la
segunda salida de su calle para ponerse en camino a su fatídico
destino. Algunos minutos después, y un par de kilómetros de
carretera desierta, llegó al portal de una casa bastante alta. Paró
el coche en la acera y puso la doble intermitencia después de mirar
el reloj. Había puesto su emisora favorita para escuchar algo de
música de camino, pero algo le llamó la atención:
-“interrumpimos la emisión de
esta fabulosa canción de los “Foo” para pasaros una noticia
importante” - Dijo el locutor de la emisora - “Alex te paso la
palabra”.
-“Muchas gracias” - Comentó
la voz femenina - “Tengan mucho cuidado con la salib...”.
En ese momento una
joven de pelo liso y alegre entró dentro del coche con una sonrisa,
depositando su mochila azul cielo entre sus piernas para poder
abrochar su cinturón.
-¡Hola Chris! -
dijo enérgicamente mientras abría la mochila para buscar algo en su
interior.
-¿Hola? - Comentó
algo mosqueado – Rachel, ¿sabes que hora es? Vamos a llegar tarde
de nuevo. - Acto seguido arrancó de nuevo el coche, quitó la doble
intermitencia y salió de nuevo al camino observando que no había
visto ningún coche a lo largo de la mañana.
-”...Ya que es
probable que pued...” - Rachel cortó la emisión sin que Chris
hubiera prestado atención a lo que decía la noticia para meter en
el lector de Cds un disco.
-Voy a compensarte
– dijo ella con una mueca de compasión sin quitar en ningún
momento su sonrisa – te he traído el CD que me pediste que te
grabara.
-Excelente, ya era
hora – comentó sarcástico sin quitar los ojos de la carretera –
te lo pedí hace dos semanas. - Ambos se rieron un largo rato
mientras la música seguía sonando.
Chris siguió
conduciendo sin interferencias en el tráfico hasta que finalmente
llegaron al campus. Hoy no había tenido ningún problema para
aparcar, ya que los aparcamientos estaban casi desiertos y no pasaba
ningún coche que tratara de llegar antes que él a una plaza o algún
dormilón que llegaba tarde y corría con el coche para tardar lo
menos posible. Lo aparcó en frente de un edificio bastante grande de
tres plantas, quitó las llaves del contacto y ambos bajaron a la
carrera. Corrieron el largo paseo hasta la entrada del edificio y
abrieron la puerta tan fuerte que Chris pensó que la pudieron haber
tirado abajo sin darse cuenta. Ambos observaron que el gran hall que
había en el centro de la facultad estaba vacío, aunque no prestaron
mucha atención a aquel acontecimiento, ya que todos podrían estar
en clase, en la biblioteca o en la cafetería, la cual estaba justo
en frente de la salida posterior de su facultad.
-¡Vamos, corre! -
Apuntó Chris mientras corrían todo el hall y subían la larga
escalera del extremo izquierdo del fondo de la misma – otra vez
tarde, al final nos van a quitar el derecho a evaluación continua y,
¿Para qué hago yo los trabajos?
Al intentar abrir
la puerta de la sala 14 observaron que estaba cerrado.
-¿qué raro
Chris? - Se extrañó Rachel - ¿para eso me haces correr tanto?
Bobo... - Rachel jadeó un rato y se cruzó de brazos apoyada en una
de las anchas columnas que sostenían el primer piso del segundo.
-Lo siento.
Bajemos a conserjería , a ver qué nos dicen. Igual anularon la
clase y no nos avisaron. - señaló Chris
-No sé – Rachel
giró la cara para mostrar su descontento mientras seguía con los
brazos cruzados. - De acuerdo – acabó por decir.
Ambos se pusieron
de camino hasta la zona de la entrada y se asomaron a la puerta de
conserjería. Dentro estaba el conserje sentado de espaldas a la
puerta.
-Disculpe – se
adelantó a hablar Rachel - ¿podría decirnos que ha pasado con el
grupo del profesor Swan?.
No hubo ninguna
respuesta. No hubo ni el más mínimo movimiento de sorpresa por
parte del conserje... o de lo que antes fue el conserje. Lentamente
se levantó de su silla de forma muy torpe y estuvo unos segundos de
espaldas a los chicos hasta que se giró. La piel de su cara estaba
demacrada por golpes y arañazos. Tenía la mandíbula desencajada de
forma antinatural y de sus labios se podía ver cómo caía un
reguero de sangre formado por una mancha de sangre que no parecía
suya que le rodeaba toda la boca. Tenía focos intermitentes de pelo
en su cabeza y le faltaba parte del cráneo en la zona que antes
ocupaba la frente. Uno de sus dos ojos estaba salido de la cuenca
donde antes estaba y el otro estaba retorcido en una mueca de muerte
en torno a su cara. Su espalda estaba encorvada hacia la izquierda,
dejando el brazo izquierdo caído mucho más bajo que el derecho, el
cual terminaba en el codo. Al fijarse en la mano izquierda los
jóvenes pudieron ver cómo lo que faltaba del brazo derecho lo tenía
sujeto con fuerza en su mano. Al encarase en frente de ellos vomitó
una gran cantidad de sangre con la fuerza suficiente para llegar a la
cara de Rachel, la cual se encontraba delante de Chris, y se llevó
la mayoría del impacto.
-Rachel ¿estás
bien? - dijo mientras la hacía a un lado horrorizado y contemplaba
su mirada atónita y su cara repleta de sangre y fragmentos de carne.
Chris recorrió el espacio que restaba en pocos segundos y, antes de
que el cuerpo pudiera responder al rápido movimiento, el pie de
Chris se estampó contra su cráneo, partiéndolo en dos antes de que
el cuerpo inerte cayera en el suelo con un ruido sordo.
Chris se abalanzó
contra Rachel para abrazarla y examinar si tenía algún daño.
-Vamos a ver si
podemos quitarte esa sangre de la cara y a averiguar qué está
pasando – Logró a decir para consolarla. Era una situación
difícil, pero al menos uno debía mantener la calma y buscar
soluciones.
Chris no entendía
qué acababa de pasar, había tumbado al conserje de una patada y lo
había dejado tendido en el suelo. Además, ¿porqué estaba en ese
estado? Tenía que empezar a buscar una salida, una solución, saber
qué estaba pasando y ya se arrepentiría después. Lo importante
ahora era calmar a Rachel, ya que solo era capaz de balbucear
palabras sin sentido.
-Tú...
conserje... uñas... suelo... patada... brazo... mamá... mamá...
Chris...- De repente Rachel empezó a llorar. Chris la abrazó y
trató de tranquilizarla.
-No pasa nada-
decía mientras sostenía su cabeza en su pecho para que no viera la
escena que tenía a sus espaldas – Ahora vamos a ir a un baño,
vamos a lavarte y limpiarte y luego saldremos de aquí. No pararemos
hasta llegar a casa – Chris no se creía del todo sus palabras
después de lo que acababa de presenciar, pero ahora era lo
necesario.
Rachel se separó
lentamente de sus brazos para incorporarse y tratar de asimilar lo
que estaba pasando. Volvió a ver el cuerpo inerte de lo que antes
fue un hombre y no entendió nada. Confió en Chris y le miró a los
ojos con miedo.
-Creo que puedo
lavarme sola, gracias.
Ambos se
encaminaron despacio hacia un baño de chicas para que se pudiera
lavar la sangre de su cara. Al entrar, Rachel se quedó a la entrada
mientras Chris se encargó de comprobar que no había de esos seres
en el baño.
-No hay nada aquí,
creo que estarás a salvo. Yo iré de nuevo a la conserjería, creo
que había una radio allí. Haber si puedo saber qué está pasando.
Cualquier cosa, grítame e iré corriendo.
-Está bien –
Asintió ella – pero antes límpiate la cara Chris, creo que te he
manchado.
Chris se pasó la
manga por debajo de la nariz y se quitó una mancha de sangre que se
le había quedado al abrazar a Rachel hace unos momentos.
-Será de cuando
te tranquilicé antes – comentó sin darle importancia – Voy de
nuevo allí, grítame, en serio.
-Tranquilo –
Chris se fue por la puerta y Rachel se quedó mirándola largo rato
hasta que por fin reaccionó.
“Rachel, tú
puedes” se dijo a sí misma mientras se quitaba la ropa empapada de
sangre del muerto que Chris había tumbado para protegerla. Se
desabrochó lentamente la blusa y la depositó dentro de un lavabo
lleno de agua. Después se fue bajando los pantalones e hizó lo
mismo. Se miró al espejo y contempló cómo la sangre que le llenaba
la cara amenazaba con dirigirse hacia su sujetador. Se agachó y se
frotó cuidadosamente la cara con agua y jabón del dispensador que
tenía al lado. Se secó el agua y volvió a contemplar su cuerpo de
nuevo, ahora libre de sangre y restos de carne. “¿quién me lo iba
a decir a mí? En ropa interior dentro de un baño público y no hay
ningún hombre conmigo” Ese pensamiento la hizo esbozar una sonrisa
que la relajó un poco más.
Rachel ya se
estaba vistiendo después de haber secado su ropa con el secador de
manos cuando una sensación la invadió. Corrió hasta el váter de
detrás y se agachó para vomitar durante largo rato. Cuando había
vomitado el desayuno, siguió con la cena de la noche anterior; y así
sucesivamente hasta que ya no tenía nada en el estómago, por lo que
vomitó bilis durante un largo rato más. Pensó que se le iban a
salir los órganos por la boca. La sensación cesó de repente y
Rachel se incorporó nuevamente asustada. Se acabó de vestir y salió
del baño muy despacio para ir en busca de Chris.
Salió del baño
y, muy despacio empezó a andar. Por todas las habitaciones por las
que pasaba al lado notaba que no estaba sola con Chris en todo el
edificio. De vez en cuando oía golpes y extremidades arrastrarse por
el suelo de los pisos superiores o detrás de ella. Esa situación
era más que incómoda, pero no podía perder la calma. Sin perder la
concentración siguió andando hasta que llegó de nuevo a la sala
del conserje, donde Chris estaba sentado en la silla donde antes
había estado el conserje, mirando al suelo, con una pistola en la
mano y sin perder de vista el cuerpo.
-¡Chris! - él se
percató del grito y alzó la vista para verla correr hacia él.
Ambos se abrazaron fuertemente.
-¿Te encuentras
mejor Rachel?
-Sí, ¿de dónde
has sacado eso?-Preguntó refiriéndose al arma.
-Estaba en un
cajón, la encontré por casualidad
-¿has encontrado
la radio? - Quería ser algo más sutil, pero eso era de vital
importancia para salir de allí y no tenían más tiempo que perder.
-Sí – su
expresión se tornó mucho más seria. - No es nada bueno. Mira.
Chris encendió la
radio a un volumen bajo que solo ellos pudieran oír. A medida que
escuchaban el mensaje de la locutora, Chris fue cambiando de emisora
para que viera que era el mismo en todas las cadenas.
-”...Por lo
tanto, vuelvo a repetir: manténganse dentro de sus casas o de
lugares seguros y no dejen entrar a nadie. Aquellos que estén en la
calle podrían ser confundidos por objetivos infectados. El ejército
eliminará a todo aquel que pueda ser un objetivo infectado y
examinará los lugares donde pueda haber gente encerrada, como
hospitales, colegios o centros comerciales. Esperen el rescate. En
caso de sufrir un ataque de algún infectado, corran y no dejen que
ningún fluido que puedan segregar entre en su organismo. Este hecho
podría ser motivo de infección.”...”Atención, este es un
comunicado de...” - Chris apagó la radio.
-y todo así – dijo él agachando
la mirada de nuevo hacia el cuerpo, soltando la radio sobre la mesa
– No podemos salir de aquí y, como habrás comprobado, no estamos
solos.
-Me he dado cuenta – asintió
Rachel, agachando también la cabeza al suelo – Pero podríamos
salir y llegar hasta el coche. Después sería conducir hasta
encontrar al ejército o llegar a un lugar más seguro.
-Eso podría s... - Las palabras de
Chris se cortaron cuando oyeron cómo una muchedumbre de cuerpos
muertos trataban de entrar por la puerta principal a golpes y
empujones contra el fuerte cristal.
Ambos se
levantaron y fueron corriendo a ver qué ocurría y ver si podían
detenerlo.
-¡Rachel, yo
mantendré la puerta cerrada, tú ve a la sala de control y cierra
las puertas con el sellado de seguridad! - No hizo falta que le diera
toda la orden, ya que Rachel ya se encontraba corriendo hacia la sala
de control, la cual estaba unos pasos más adelante de la puerta.
Chris apretó con
todo su cuerpo las puertas del edificio mientras la muchedumbre
trataba de tirarla abajo. Rachel corrió tanto como pudo para llegar
hasta la sal de control. Al entrar en ella se abalanzó sobre la
computadora y apretó los botones de sellado de cada puerta del
edificio y así evitar que entraran en todo el edificio. Chris se
relajó y observó a los muertos a través del ancho cristal de la
puerta. Se percató de que conocía a muchos que se habían
transformado, o al menos eso pensaba, ya que la mayoría de los
cuerpos eran irreconocibles. Tras observarles durante un tiempo se
percató de algo que le horrorizó más que ver sus cuerpo y le heló
la sangre: estaban atrapados dentro con los demás. Lentamente se
apartó de la puerta, se dirigió a donde estaba Rachel y la agarró
fuerte del brazo.
-¡Corre!
Ambos se
dirigieron corriendo hasta la sala del conserje y cogieron las llaves
de la sala 14, en el primer piso. El ruido que producían los cuerpos
al golpear el cristal de la puerta fue el reclamo que esperaban.
Dentro del edificio, los jóvenes pudieron escuchar cómo muchas
puertas se abrían de golpe o caían al suelo con golpes secos. Solo
unos segundos después pudieron escuchar los gemidos de los cientos
de cuerpos que les perseguían o buscaban a lo largo de los pasillos.
Pisada tras pisada, paso tras paso. Cada movimiento que hacían
alteraba su ritmo cardíaco de forma antinatural. Corrieron sin
detenerse. Muchos cuerpos se lanzaban al vacío desde los pisos más
latos, inconscientes de la gran caída que ello conllevaba, para
producir un sonido sordo contra el suelo. Cuanto más corrían, más
cuerpos parecía que los perseguían. A su paso, por detrás de ellos
o saliendo de las salas al rededor del hall salían cientos de
cuerpos en estampida gritando y gimiendo por una sola causa: carne.
Cuando llegaron finalmente a las escaleras para subir al primer piso
pudieron oír, más que observar, cómo la muchedumbre que había
apostada frente a la puerta principal pudo, finalmente, destruir el
cristal y avanzaron corriendo a traspiés o arrastrando sus
extremidades a lo largo del gran hall para conseguir llegar hasta
ellos.
Consiguieron subir
las escaleras y llegar hasta la sala apartando a golpes a muchos
cuerpos que se interponían en su camino. Rachel sacó las llaves y
trató de abrir la puerta. De los nervios, las llaves se le cayeron
al suelo, pero consiguió agacharse rápido, recogerlas, abrir la
puerta y entrar dentro. Chris la dejó pasar delante para protegerla.
Cuando fue a cerrar la puerta, un cuerpo alargó el brazo para
detener su avance, pero Chris fue más rápido y le disparó en la
cabeza antes de que pudiera morderle. Ambos entraron de una pieza y
cerraron la puerta por dentro. Se dirigieron hacia el extremo más
alejado y Rachel abrazó a Chris mientras él no dejaba de apuntar a
la puerta que cientos de cuerpos trataban de derribar. Golpe tras
golpe, empujón tras empujón, los dos jóvenes tensaban más los
músculos por el acontecimiento que estaba claro que iba a ocurrir.
Iban a derribar la puerta de un momento a otro. Golpe tras golpe su
final estaba cada vez más cerca, él solo tenía pocas balas más y
ellos eran cientos, pero trataría de protegerla ante cualquier cosa.
Chris abrazó con fuerza a Rachel, no la iba soltar; y a la pistola
tampoco. Oyeron otro golpe que estuvo cerca de derribar la puerta
aunque no lo hizo. Poco a poco se agacharon contra el suelo de la
sala, pero Chris no dejó de apuntar en ningún momento la puerta con
el arma. Lentamente escucharon cómo los cuerpos se retiraban de su
posición y se iban a otras partes del edificio.
Pasaron el día
entero escuchando pasos, golpes, extremidades arrastrarse hasta que
se acostumbraron al ruido de los cuerpos deambulando por el edificio.
Chris abrazó más fuerte a Rachel y posó el arma en una mesa
cercana. Escuchó su respiración y creyó que estaba dormida. Le
acarició el pelo con suavidad y la pegó contra su pecho para notar
su respiración. Era suave y tranquila.
-Al menos alguien
puede descansar – dijo mientras besó su frente.
Cuando apartó sus
labios notó que tenía algo pegado en ellos. Con una mano en los
labios se quitó la sustancia pegajosa de los labios, era como cuero
blando, no sabía qué era hasta que pudo ver cómo a la frente de
Rachel le faltaba un trozo de piel donde él acababa de posar sus
labios. Rachel levantó la mirada y su rostro ya se había deformado.
Su mueca era de dolor y horror en vez de alegre y sonriente, como esa
misma mañana. Su mandíbula también estaba desencajada. Tras un
grito ahogado, Chris trató de apartarla de sus brazos. Se levantó y
trató de coger la pistola. Sus movimientos fueron lentos y torpes,
lo que propició que el cuerpo de Rachel se lanzara hacia él,
arrojándolo al suelo y devorando su rostro como un animal
hambriento que ya no guardaba
ningún vestigio de su vida o recuerdos anteriores.